Desde la Convención Única de Estupefacientes de 1961, el cannabis ha sido clasificado como una droga peligrosa, equiparada a sustancias como la heroína. Esto posicionó al cannabis en una de las categorías más estrictas, dificultando su uso incluso con fines medicinales. Sin embargo, en 2020, la ONU tomó una decisión histórica al eliminar al cannabis de la lista IV de las drogas más peligrosas, aunque manteniéndolo en la lista I. Este cambio refleja una evolución global en la percepción del cannabis, moviéndolo de un enfoque restrictivo hacia un enfoque medicinal y económico. Países como Estados Unidos, Brasil y Argentina han comenzado a flexibilizar sus políticas. En Estados Unidos, por ejemplo, la administración de Biden perdonó a miles de personas encarceladas por posesión de pequeñas cantidades de cannabis, mientras que en Brasil y Argentina se han legalizado cantidades pequeñas para uso personal.
El Cannabis en Estados Unidos
La industria del cannabis en Estados Unidos ha demostrado su poder económico. En 2020, el cannabis medicinal y recreativo generó alrededor de USD 17.900 millones, creando aproximadamente 340.000 empleos. Este crecimiento sigue en alza, y las proyecciones indican que una plena legalización federal podría generar USD 105.600 millones en ingresos fiscales para el año 2025, además de crear hasta 1 millón de empleos. Aunque el uso recreativo tiene un impacto importante, es la industria del cannabis medicinal la que está más regulada en la mayoría de los estados. Este segmento abarca la producción de CBD y THC para el tratamiento de condiciones como la epilepsia, el dolor crónico y el cáncer.
Avances en Latinoamérica: Más allá del uso recreativo
En Latinoamérica, la industria del cannabis está expandiéndose más allá del consumo recreativo o de “porro”. Países como Colombia y Uruguay han aprovechado sus climas favorables y bajos costos de producción para convertirse en exportadores clave de cannabis medicinal y cáñamo industrial. El cáñamo es utilizado en una variedad de industrias, desde textiles hasta bioplásticos, pasando por la construcción y la energía. Estas aplicaciones van mucho más allá del consumo recreativo y representan una enorme oportunidad económica para los países que adopten un enfoque regulatorio progresista.
Colombia, en particular, ha desarrollado una robusta industria exportadora de productos derivados de CBD, abasteciendo mercados europeos y norteamericanos. Uruguay, pionero en la legalización del cannabis recreativo, también ha comenzado a desarrollar su industria de exportación medicinal y de cáñamo industrial, lo que ha generado inversiones y empleos.
El Comercio del Cannabis en Paraguay y Brasil
En Paraguay, la situación es diferente, ya que la producción de marihuana sigue siendo ilegal en la mayoría de los casos, aunque está parcialmente regulada para uso medicinal. A pesar de las restricciones, Paraguay sigue siendo uno de los mayores productores de cannabis en la región, gran parte de la cual es destinada al mercado negro en Brasil. Actualmente, los narcotraficantes brasileños pagan alrededor de USD 6 por kilogramo de marihuana a los productores paraguayos, mientras que en Brasil este mismo producto puede venderse por hasta USD 700 por kilogramo, generando márgenes de ganancia 116 veces mayores para las organizaciones criminales. Esta diferencia de precio refleja la necesidad de un cambio en la política interna.
Se estima que en Paraguay se cultivan entre 8.000 y 20.000 hectáreas de marihuana al año, dependiendo de la fuente. Con un rendimiento promedio de 1.500 kilogramos por hectárea, y un precio de USD 6 por kilogramo, el valor anual de la producción ronda los USD 126 millones. Sin embargo, si los productores paraguayos pudieran acceder a un mercado regulado, donde el precio por kilogramo fuera de USD 100, el valor potencial de esta industria alcanzaría los USD 2.100 millones anuales. Esto representaría un crecimiento significativo del 4% del PIB, además de la generación de empleo en las zonas rurales.
El Potencial Económico de la Legalización en Paraguay
Más allá del uso recreativo, el cannabis y el cáñamo tienen aplicaciones industriales que van desde productos medicinales, textiles y bioplásticos, hasta biocombustibles y materiales de construcción. La legalización del cannabis en Paraguay podría desbloquear una industria multimillonaria, atrayendo inversión extranjera y generando miles de empleos. Actualmente, Paraguay ya está cultivando y exportando cáñamo industrial, lo que marca el primer paso hacia una industria más diversificada y sostenible.
La regularización del cannabis medicinal y el uso industrial del cáñamo también reducirían la dependencia del país del tráfico ilícito, permitiendo que los agricultores participen en una economía formal y se beneficien de un mercado global en expansión. Si Paraguay sigue los pasos de países como Colombia y Uruguay, podría consolidarse como un actor clave en la industria del cannabis en América Latina, aprovechando sus condiciones climáticas favorables y su capacidad agrícola.