Llegar a la meta luego de pedalear 3800 kilómetros desde Asunción hasta Río de Janeiro

Cristo Redentor, mi meta final luego de subir en bicicleta el Corcovado

En más de 100 días pedaleando desde Asunción crucé todo el sur del Paraguay, en Argentina recorrí de punta a punta la provincia de Misiones y en Brasil cuatro Estados; Santa Catarina, Paraná, São Paulo y Río de Janeiro. Pasé de lo mejor, hice amigos, conocí los más hermosos lugares y sobre todo, experimenté mucha reflexión y autoconocimiento, que me llevó a reencontrarme conmigo mismo.

Este tipo de viaje y la experiencia de conocer la libertad debe ser un imperativo del ser humano. En mi caso fue una orden de mi ser interior, por lo que solté los nudos de la garganta y tomé lo esencial para sobrevivir; la bicicleta, las alforjas, un camping, aislante para dormir, cubiertos y una pequeña cocinita, además de otros requisitos indispensables como las ganas de viajar, la mente abierta para sentir y experimentar la libertad y aprender muchos nuevos paradigmas de la vida.

Vida minimalista

Cuando empecé a prepararme pensé que sería solo un paseo de aventura, pero a medida que llegaba el día de mi salida entendí que realmente se trataba de un viaje de libertad, minimalismo y el desarrollo positivo de mi propia salud mental, física y espiritual.

Reducir la vida a lo esencial, vivir mejor con menos y llevar un estilo de vida minimalista, me hicieron experimentar una plena libertad durante mi viaje, esto priorizando lo simple sobre lo complejo, la calidad sobre la cantidad, contraponiendo al consumismo extremo. Ni más ni menos que vivir la vida en el contexto del refrán que dice: “No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”

Curitiba
Luego de pedalear las sierras y casi todas las costas de Santa Catarina, finalmente llegué a la capital de Paraná: Curitiba. Esta hermosa ciudad sorprende por su armónica organización, combinando el desarrollo urbano, espacios verdes, modernidad y la perfecta conservación de los antiguos edificios.

Curitiba tiene un encanto único, además tiene 208 kilómetros de carriles para bicicleta repartidos por toda la ciudad que te invita a explorar la belleza de la capital paranaense sobre dos ruedas. En mi caso recorrí los principales atractivos como: Jardín Botánico, Centro Histórico, la Catedral, Universidade Federal do Paraná, entre otros lugares.

Me hospedé por una semana en el Hostel Social ubicado en el microcentro de Curitiba, lugar donde pude compartir con voluntarios y otros viajeros que se encontraron en el lugar, participé de un evento de políglotas organizado por el Hostel, además aproveché los días libres para encontrarme con un viejo amigo que vive en Curitiba y me llevó también a recorrer la ciudad.

Estado de São Paulo

El viaje siguió y me puse a pedalear por tres días desde Curitiba por la Ruta 116 cruzando el estado de São Paulo hasta el desvío a la Ruta BR 101, regresando a las costas para conocer las mejores playas de este Estado.

Visitas a Aldeas Indigenas Mby’a y Tupi Guaraní

Ya en São Paulo planifique visitar la Aldea Indígena Mby’a Guaraní “Tekoa Arandu” en Peruibe, en el lugar me esperaba mi amigo Jony, pero primero, para llegar tuve que subir 12 kilómetros de colinas que me llevó más de 4 horas, fue terrible, muy terrible, pero lo logré con sangre y sudor.

En la aldea conocí a otros miembros de la comunidad, además de la escuela, costumbres, comida y muy especialmente las prácticas espirituales, conversé con el cacique por horas sobre la vida y la historia de la aldea, nos instalamos alrededor del fuego sagrado en la casa de rezo (opy) y compartimos un poco de petynguá y rapé.

Para el otro día, el cacique Ronaldo de Tekoa Arandu me llevo hasta la playa de Piruibe para conocer también otra aldea, pero esta vez se trataba de los Tupis-guaraníes Tapirema, en el lugar compartimos horas de rezos, paz, rapé y de nuevo muchas conversaciones sobre filosofía, la vida, la espiritualidad y la historia de la aldea.

Pedalear por el territorio de los Caiçaras y detenerme en Boiçucanga.

Para los próximos días puse pies en los pedales y crucé ciudades del litoral del estado de São Paulo como: Peruibe, Itanhaém, Praia Grande, Santos, Guaruja, Bertioga, hasta llegar a Boiçucanga. En cada uno de estos lugares me detuve a nadar, conocer gente, descansar y disfrutar de las mejores vistas.

En Boiçucanga me recibieron mis amigos Daniela y Fabio, lugar donde al principio solo me iba quedar un día, pero la cordialidad de los caiçaras fue increíble y me terminé quedando tres días más mientras compartía anécdotas de mi viaje, horas de charlas, deleitarme con la mejor comida típica Caiçara y disfrutar de la Mata Atlántica y los mejores atardeceres en las playas.

Caiçara es la denominación que se da a los pueblos tradicionales de São Paulo y regiones ya de Río de Janeiro como Paraty y Angra dos Reis, que se formaron por mestizaje entre indígenas, portugueses, y esclavos africanos y que tienen como cultura la pesca artesanal, pequeños cultivos, vida simple, estando protegidos por el bosque Atlántico y el mar.

En Boiçucanga pasé genial, además aproveché para comer pescados, farofa, bananas fritas y tuve la suerte gracias a mi amigo Fabio de probar “ovas de peixe” sobre parrilla, todas estas comidas son típicas de los Caiçaras y la zona. Muchas gracias a Daniela y Fabio por recibirme.

Ilhabela

Más que nunca estaba muy cerca de mi meta, así que una vez más empecé a pedalear, pero primero tuve que enfrentar una terrible colina al salir nada más de Boiçucanga hasta llegar a Maresias, pero una vez más, valió la pena. En Maresias disfruté de las mejores playas hasta llegar a Saô Sebastián, lugar donde tomé un ferry y cruce hasta la hermosísima Ilhabela, lugar increíble rodeado de naturaleza y donde se siente verdadera paz y ganas de quedarme para siempre no faltaron.

Rumbo a Paraty, Estado de Río de Janeiro

Mis amigos Daniel y Julieta me esperaban en Paraty, Río de Janeiro, además necesitaba un buen descanso y volver a ver a viejos amigos. Así que salí para el otro día rumbo a Paraty, primero seguí pedaleando por el territorio de los Caiçaras como Porto Novo y Caraguatatuba, finalmente y con un poco de carona llegué a Paraty.

Daniel es un viejo amigo porteño de Argentina que se encuentra viviendo en Brasil con su esposa Julieta, es un gran amigo y militante peronista, así que sin perder tiempo empezamos a debatir sobre las grandes teorías políticas y el destino de Latinoamérica y en especial de la Argentina y Paraguay, obviamente ambos muy preocupados de lo que puede representar el destino del nuevo gobierno que estaba por asumir, sin embargo, no todo el debate fue sobre Perón, las charlas con Dani y Julieta siguieron y esta vez hablamos de la vida, la filosofía y el destino de la humanidad.

Daniel y Julieta llevan un importante diferencia de edad, pero sobre todo son muy modernos en su relación, ya que incorporan otra persona en su sexualidad esporádicamente, además, la pareja me contó que existe una gran posibilidad de que Julieta quede embarazada de mellizos y que están buscando seriamente incorporar una mujer más en el matrimonio.

La pasé genial en Paraty porque también salimos a disfrutar y conocer la ciudad y la playa cercana a la misma: Trindade. Muchas gracias Daniel, Julieta y también a Pato.

Ilha Grande
Estaba muy ansioso, más que nunca quería llegar a mi destino final, pero primero desvíe una vez más el camino, pasé a Ilha Grande, un hermoso lugar, pero para llegar a la Isla primero me instalé en Angra dos Reis para planificar y buscar carona, ya que la única vía para llegar al lugar es marítima y quedaba como a 18 kilómetros de donde estaba. Así que abordé un barco y llegué a la isla, me quedé encantado, me tiré al agua del mar, aproveché el sol, entré al bosque y disfruté cada minuto en esa isla. Pero reconozco que no pude disfrutar lo máximo del lugar porque las ganas de llegar a mi destino final me ponían un poco ansioso.

Llegar a la meta; subir el Corcovado y llegar al Cristo Redentor

Abordé otro barco de la isla que me llevó a Mangaratiba, luego me puse a pedalear hasta muy cerca de mi destino y una vez más se vino la noche y busqué lugar para dormir, para el otro día, finalmente llegué a mi destino, dejé mis cosas en el Hostel y con toda la energía agarré la bicicleta y me puse a pedalear subiendo el Corcovado hasta llegar al Cristo Redentor, lloré de emoción y dije; misión cumplida, es hora de regresar a casa y abrazar a mi familia y amigos.

Ya vendrán nuevos desafíos en el 2024, por el momento las montañas, sierras y mares me dieron vacaciones. Gracias a todos por el apoyo y recuerden que la urgencia no es lo más importante.

Todas las crónicas de mi viaje denominado “Ahata Ajú” se encuentran en 21 notas en el periódico El Nacional, donde relaté todos los detalles y experiencias de mi viaje. Esta es la última nota por el momento, pero estoy seguro que nos volveremos a encontrar en el próximo viaje visitando otros lugares y países. Mi agradecimiento especial por el apoyo a la directora del periódico, Diana Domínguez.