Las relaciones entre el gobierno de Santiago Peña y Estados Unidos han llegado a un punto delicado. Y aquí estamos, con los estadounidenses apuntando su dedo acusador hacia Horacio Cartes y Tabacalera del Este, acusándolos de continuar financiando al expresidente. ¡Qué sorpresón! Como si no fuera previsible que Estados Unidos, siempre tan comprometido con la justicia global, arremetiera contra un aliado estratégico.
Hoy, desde Mburuvicha Róga, el canciller paraguayo, con la elegancia diplomática de un equilibrista, solicitó en nombre del gobierno de Paraguay que Estados Unidos acelere el retiro del embajador Marc Ostfield. Al parecer, el gobierno nacional ha perdido la fe en este amable diplomático norteamericano. Pero claro, no queremos dañar nuestras preciadas relaciones bilaterales, ¿verdad? Así que, por el bien de la buena relación, mejor que el embajador se vaya cuanto antes.
El comunicado de la cancillería paraguaya, todo un monumento al buen juicio, también enfatiza que cualquier sanción debe cumplir con el debido proceso y respetar la inviolabilidad de la defensa. Porque, ya saben, en el mundo perfecto de la diplomacia, las sanciones siempre son justas y transparentes. Desde julio de 2020, Estados Unidos ha designado a más de 23 personas de América Central y del Sur como corruptas bajo su amada Ley de Operaciones Extranjeras y Asignaciones, sección 7031(c). Pero curiosamente, ninguno de estos “villanos” ha sido extraditado ni sometido a un proceso judicial adecuado.
En cuanto a Horacio Cartes, lo incluyeron en la lista de la OFAC en 2023, lo que derivó en el congelamiento de sus activos en EE.UU. y restricciones comerciales con empresas estadounidenses. Realmente implacable la justicia del Tío Sam, siempre lista para castigar a los bandidos…cuando le conviene, claro.
Paraguay, ese país pequeño pero tan valioso, ha captado la atención de Estados Unidos. En 2022, el gobierno norteamericano decidió que Horacio Cartes, el entonces vicepresidente Hugo Velázquez y otros funcionarios paraguayos fueran designados significativamente corruptos. ¡Qué ojo clínico! No contentos con eso, incluyeron a Cartes y Velázquez en la lista de la OFAC, junto con cinco empresas del expresidente. Pero, ¿qué hizo que Paraguay, de repente, se volviera tan importante para EE.UU.?
Resulta que Paraguay, siempre el aliado fiel, está en el centro de un tablero de ajedrez geopolítico donde China, el archirrival de Estados Unidos, ha comenzado a hacer movimientos. Y claro, Brasil no tuvo ningún problema en considerar un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y China. ¡Vaya herejía! Brasil y otros países del bloque piensan que pueden tomar decisiones sin consultar a Washington, y eso, por supuesto, no le cae muy bien al gobierno de Biden.
Así que, ¿qué hace Estados Unidos? Lo que mejor sabe hacer: mover sus piezas en el tablero. A través del embajador Marc Ostfield, empieza a presionar y negociar con Santiago Peña, el presidente paraguayo que, casualmente, es cercano a Cartes. La misión: asegurarse de que Paraguay no se atreva a apoyar el negociado de un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y China. Porque como todos sabemos, Estados Unidos siempre está “preocupado” por el bienestar de sus aliados.
Es normal que Estados Unidos defienda sus intereses, claro, pero pensar que estas sanciones se aplican solo por la participación de Horacio Cartes en actos de corrupción sería de una ingenuidad admirable. Estas medidas tienen un propósito mucho más claro: ejercer presión sobre el gobierno de Peña para que se alinee con los deseos de Washington.
Y por si alguien se había olvidado, recordemos que Estados Unidos siempre ha sido el gran protector de Horacio Cartes. ¿O ya nadie recuerda aquel cable diplomático filtrado por WikiLeaks en 2010? Ese donde la DEA acusaba a Cartes de lavado de dinero y tráfico ilegal de narcóticos y tabaco. Pero, ¡qué curioso! Todo eso se dejó de lado en 2013, justo cuando Cartes ganó la presidencia. ¿Coincidencia? Claro, una más de esas coincidencias que solo suceden en la diplomacia.
Así que no, no me vengan con cuentos. No creo en la inocencia de Cartes, ni mucho menos en las buenas intenciones de Estados Unidos para castigarlo por sus “pecados”. Así que, con todo respeto, no me jodas, ruin gringo traicionero… o como diría la canción de Molotov pinche gringo puñetero.