Hasta el momento completé en bicicleta más de 2000 km y cuando más avanzo siento que el día y la noche se me vuelven mucho más lentos, pero no solo el tiempo se va da deteniendo, también siento que mi vida se vuelve más prolongada. Invierto la mayor parte del tiempo para el autoconocimiento o para contemplar la naturaleza, conversar por horas con gente desconocida, sentir el aire, subir a una montaña, tirarme a un río, detenerme a tomar mate sin ningún apuro o experimentar todo tipo de comida, y cuando el sol se empieza a esconder, me pongo de nuevo a recoger las alforjas y empezar a pedalear sin tener destino concreto.
El día a día, las preocupaciones y el consumismo extremo impiden ser libres y disfrutar mejor de la vida, pero la ruta, la gente y la bicicleta me enseñaron que para romper este infortunio necesitamos humanizarnos, llevar una vida más minimalista, estoica y simple. Además debemos aceptar que en la vida muchas cosas no tienen respuestas, el ser humano no sabe y seguirá sin poder responder de dónde venimos, dónde vamos, incluso no sabe que hacer con el presente, por eso lo más importante ahora es vivir este presente intensamente.
Seguir conociendo más lugares en Brasil
En el último artículo de “Aháta Aju” (voy a ir a venir) relaté mi viaje por el Estado de Paraná hasta llegar a la hermosa ciudad de Joaçaba, ubicada ya en Santa Catarina, municipio considerado el octavo con mejor calidad de vida en Brasil. En este lugar pasé algunos días disfrutando de la ciudad, conociendo gente y lugares de atracciones, pero el viaje debió continuar y otra vez subí kilómetros de montañas hasta llegar a Erval Velho, tomar la ruta 282 y llegar hasta la ciudad de Campos Novos, donde me tocó encerrarme por 3 días por la inmensa lluvia en la zona.
Ya no podía seguir encerrado, así que preparé las alforjas y desafié a la lluvia, obvio que me mojé todo, sentí frío y cansancio, pero me alejé lo más que se pueda de la zona de la lluvia y llegué hasta Vargem para secarme y reponer fuerzas, luego seguí avanzando y acercándome cada día más la Sierra Catarinense, pero antes me quedé a disfrutar del caudaloso Río Canoa.
Una pierna dejó de responder
Si bien hice un estudio digamos artesanal de bikefitting antes de salir de viaje y no he tenido problemas de adaptación y ningún tipo de dolor en el cuerpo pedaleando ya en ese entonces más de 1300 km, al llegar a la sierra catarinense cambié de zapatos y eso afectó rápidamente a mi rodilla por la altura que tenían los nuevos, así que estando en la ruta intenté ajustar el asiento a la nueva medida, pero ya era tarde, mi rodilla ya estaba inflamada y sentía mucho dolor.
Llegué a Saô José de Cerrito prácticamente caminando sin poder pedalear, me dormí en una estación de servicio y el otro día esperando que se mejore la rodilla salí de nuevo a pedalear, pero el dolor seguía ahí. Así que me puse a empujar la bicicleta hasta llegar a la próxima ciudad que se llama Lages, lugar donde busqué solución al dolor de la rodilla.
Ciudad de Lages
Llegué a Lages, ubicada en el Estado de Santa Catarina, la ciudad es bastante grande y tiene una población de 164.000 habitantes, me instalé en la Pousada da Neve, compré antiinflamatorio, usé mucha pomada de cbd, hice fisioterapia y me puse a reposar por 5 días, la bendita pierna volvió y me hice un buen bikefitting de forma artesanal, pero más eficiente, al final todo resultó bien y de nuevo salí a pedalear hasta Urupema, ciudad considerada la más fría del Brasil, pero ya les contaré más detalles de este lugar en el próximo artículo.