Viajar a velocidad humana contemplando cada rinconcito de la naturaleza.

Altamiro, Selva, Aline, Claudio y Alfredo Guachiré

La bicicleta es un medio de transporte humano y viajar sobre ella es muy distinto a trasladarse en transportes motorizados como el avión, autos o motos. Es que todo ocurre lentamente mientras uno va pedaleando, que incluso se puede escuchar a los pájaros, los arroyos y a la gente que saluda o grita para darte fuerza. Es un viaje en el que se pedalea contra el tiempo y que es capaz de detenerlo, equilibrar el latido del corazón, lograr una armonía perfecta, conectarte con la naturaleza y con uno mismo.

Viajando en bicicleta no solo se logra contemplar y disfrutar mejor la naturaleza, sino también se alcanza a conocer maravillosas personas que te abren puertas, te enseñan y te transmiten las mejores energías. Así fue que mi tour de la vida sobre dos ruedas me terminó llevando a la sierra catarinense del interior del Brasil, para disfrutar de su naturaleza, costumbres y aprender de la sabiduría de personas minimalistas y simples, pero con profundo conocimiento de los secretos de la vida.

Conocer Jararaca, Morro Azul y Pelado en la sierra catarinense.

Por medio de amigos y conocidos pude conocer esos pequeñitos rincones del Brasil, que muchas veces son ignorados por turistas o son de difícil acceso, sin embargo, en mi caso, pude disfrutarlos, contemplar los mejores lugares de las sierras y en forma totalmente gratuita.

Jararaca
Mis amigos Claudio y Aline me llevaron a conocer una casa familiar en Jararaca, a unos 30 kilómetros de Urubici, Santa Catarina, con más de 1000 m s. n. m., lugar fantástico, rodeado de silenciosas sierras, araucarias, cascadas, ríos y cañones. En el rancho viven Altamiro y su esposa Selva, ambos son jubilados, la casa fue construida por el propio Altamiro y las tierras fueron heredadas de sus padres.

Mientras Altamiro toma su chimarão relajadamente frente a su fogón, me empieza a relatar la historia de su vida, de sus tierras y de su profesión de peluquero y granjero. Entre tanto, Aline y su mamá Selva preparan sobre el mismo fogón una rica comida típica del sur. Era un domingo, día de encuentro familiar y el almuerzo era más que especial porque recibían además la visita particular de un extranjero, o sea, yo.

Alrededor de la casa de Altamiro se observan varios nuevos vecinos solitarios en las sierras, muchos de ellos se mudaron de las grandes ciudades y aumentaron considerablemente durante la pandemia de covid. Yo los nombro como los ermitaños de las sierras, pobladores nuevos que dejaron todo y viven alejados del caos de la ciudad.

Morro Azul
Mi viaje no solo es paseo, también durante las aventuras voy buscando y haciendo trabajos, así fue que subí un morro para ofrecer trabajo y pude conocer el mirante del Morro Azul, ubicado en el municipio de Urubici, Santa Catarina. La subida es bien empinada y es mejor hacerlo en camioneta 4×4. En el lugar pude conocer la caverna y desde el mirante observar el Morro Azul y el famoso Morro do Campestre.

Morro Pelado
Este morro no es abierto al público, en mi caso pude llegar al lugar porque hice trabajos fotográficos con drone para una inmobiliaria. El morro se encuentra en Urubici, tiene una caverna y altitud de más de 1000 m s. n. m., pero es bastante complicado el acceso, yo crucé una selva sin camino y me llevó más de tres horas hacerlo. Según me contaron el lugar estaría habilitado próximamente para el turismo. Es un lugar maravilloso y se puede tener una vista de todas las sierras y de la ciudad de Urubici.

Próxima nota
En la próxima nota conoceremos más aventuras y la famosa y temible Serra do Río do Rastro.